El canibalismo es una de las manifestaciones más evidentes de la
ternura
Salvador Dalí
La
gastronomía ha acompañado a la humanidad desde sus orígenes y, con ello es
parte fundamental de nuestra cultura. Aquellos primeros humanos comían sin el
filtro moral moderno y, por ello, practicaron la antropofagia. Comieron
ritualmente, o por adquirir las virtudes guerreras del yantado, o simplemente
por hambre. O por sexo. Y no olvidemos que los cristianos se comen y beben a su
dios transustanciado.
En
estos tiempos confusos hay quien habla del canibalismo como tendencia
gastronómica del siglo 21. Pero venir aquí a decir que el canibalismo es
gastronomía y, por ende, cultura, sería, como mínimo, insensato. Además, sería
un tema, quizás, fascinante (o repulsivo, según se mire), pero que excede a las
competencias de este blog.
Sin
embargo, si desde algún punto de vista podríamos abordarlo aquí, sería desde el
de la mirada artística. El arte ha roto el tabú.
Son
múltiples los ejemplos de esto en casi todas la disciplinas artísticas. Incluso
hemos acuñado el concepto de ciudad caníbal.
Pero
es en la pintura donde aparecen los primeros ejemplos de sacrificios rituales
en antiguos códex, por ejemplo, aztecas o mayas.
Quizás
la imagen más potente que todos tenemos en mente sea el célebre Saturno
devorando a su hijo, de Francisco de Goya (existe un cuadro anterior de
Rubens con el mismo asunto, pero mucho más relajado). Goya volvería al tema
caníbal en varios de sus grabados de la serie negra.
A
partir de aquí, esta materia se vuelve inabordable desde un púlpito como este.
Existen
trabajos más concienzudos sobre todo esto. Yo os recomiendo Arte y Canibalismo, de
Iván López Izquierdo.
Pero
me gustaría pararme en cómo dos disciplinas artísticas más reciente han posado
la mirada en el consumo del prójimo: el cómic y el cine.
El
cómic es siempre transgresor. Ya sea desde un punto de vista cómico, fantástico
o serio, nunca ha tenido ningún pudor en enfrentarse a los prejuicios, en minar
las bases de la moral establecida. El cine (ver la completa filmografía en Arte
y Canibalismo) sólo ha llegado a estos niveles, quizás, en producciones
baratas y con pretensiones sensacionalistas y resultados más bien pobres
(cuando no vergonzantes), o, más recientemente en adaptaciones literales del
cómic. Pero también existe un buen puñado de producciones de calidad que se
asoman al tema de forma adecuada, con buenos guiones, rozando a veces el
suspense, el policíaco o el terror, pero casi siempre el erotismo.
Porque
este es el meollo del asunto: muchas veces la importancia no está en la carne,
sino en la piel.
El
plato entra por los ojos, que decía aquel.
El
consumo del otro se nos presenta explícita o sutilmente erótico. Las formas del
cuerpo, la textura de la piel nos sugieren sus aromas, sus sabores externos, su
tacto. Todo se convierte en metáfora más o menos evidente.
Porque ¿qué es el
amor si no un acto de canibalismo? Nos comemos y nos bebemos. Nos alimentamos
del otro. Y somos lo que comemos...
¿Y
quién mejor que el Doctor Lecter para sugerirnos el maridaje adecuado?: Gracias
a él sabemos que el hígado de abogado marida a la perfección con los vinos
toscanos...
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