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24 de desembre del 2018

Tiempo de Saturnales


El placer es el comienzo y el fin de la beatitud
Epicuro 



Ya la uva vendimiada ha devenido en vino joven, llenando los pellejos y las gargantas. También la cerveza fresca está recién fermentada, pues el cereal ha sido cosechado y no todo ha de ser para amasar pan o cebar a los animales.

Se acercan los fríos meses de la hambruna y el grano no dará para alimentar las bestias entre enero y abril. Es momento de su sacrificio. Se prepararán las salazones, los embutidos, las conservas en manteca, pero solo ahora dispondremos de carne fresca en nuestras refacciones.

Ha llegado el solsticio de invierno, el sol ya está quieto en el cielo, los días dejan de acortarse, son las noches ahora las que, sometidas, comienzan a menguar ante el triunfo del Sol Invictus.

Los trabajos en el campo han terminado, nuestros almacenes y bodegas están llenos, es 25 de diciembre en nuestro Calendario Juliano y llevamos ya una semana de Saturnales.

Saturno cuida de nuestras cosechas y todo ahora se ha conjurado para celebrar en su honor los dones concedidos.

Hace una semana consagramos su templo en el foro. Desde entonces han sido jornadas de banquetes y de intercambio de regalos, de carnaval y de liberación de obligaciones a los esclavos, de decoración de las casas con plantas, de velas encendidas, de figurillas de barro, de paz y buena voluntad...

Es 25 de diciembre y esta noche habrá cena. Cena copiosa y distinta a las de otras noches. Será celebración, placer y unión familiar. Mientras tanto, los que se hacen llamar cristianos, los que profesan esa nueva fé, hacen largas vigilias y asisten a misas continuas, olvidando la cena, elevando su ascetismo en honor a un dios adusto que impone el sacrificio personal sobre la celebración de la vida.

Nadie aquí augura larga existencia a este tipo de costumbres tan poco humanas...


Per Paco Balsera

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